lunes, 26 de octubre de 2009

After

Últimos pasajeros de un tren a ningún lado

Alberto Rodríguez, después de su prometedora El traje y la premiada 7 vírgenes, insiste en el retrato social con un drama bien armado, en el que, al estilo de Arriaga (Amores Perros, 21 gramos…), une las tres historias del guión -una para cada personaje- mediante planos distintos sobre las mismas escenas. Con ello otorga aire y dinamismo a una trama ambientada en una sola noche de desenfreno en la que tres amigos que rozan los cuarenta afrontan el fantasma de la soledad, los sueños rotos y los caminos errados huyendo hacia el pasado adolescente e irresponsable apurando ansiosamente las últimas gotas de juventud. Lo mejor, la definición de los personajes, los dramas subyacentes, el rodaje inteligente, la selección musical y la entrega absoluta de los protagonistas, Tristán Ulloa, Blanca Romero y Willy Toledo. Lo peor, la insistencia en exhibir los recursos metafóricos, señalándolos con balizas varias veces, y la sobreabundancia de escenas de drogas, que sin aportar nada al relato ni a la atmósfera, ya creada desde el principio, restan agilidad y cansan. En general, una película bien hecha y sugerente. Buen cine español.

martes, 22 de septiembre de 2009

Dragolandia

Exhibicionismo para devotos

Si alguien nos dice que el primer programa de un “late night”, o revista de noche, cuenta con la intervención de un catedrático de economía, una rutilante estrella mediática, un reputado dramaturgo, un escritor polivalente y una famosa periodista; que incluye actuaciones musicales en directo; que incorpora música de piano en el plató para las transiciones; y que es presentado por un conocido y polémico escritor, lo más probable es que pensemos que tendrá éxito.

Si después nos enteramos de que la pianista y la entrevistadora son la mujer y la hija del presentador, respectivamente, puede que todavía sigamos pensando que a pesar de todo puede tener éxito.

Si finalmente sabemos que el catedrático es Rodriguez Braun, la estrella mediática Jiménez Losantos, el dramaturgo Fernando Arrabal, el escritor Alejandro Jodoroswky y la periodista Mercedes Milá, seguro que estamos a punto de adivinar que el presentador se llama Fernando Sánchez Dragó, que los invitados son sus amigos y que el programa será probablemente un fracaso subvencionado.

Nosotros, que sabemos distinguir el grano de la paja, le tenemos por personaje singular e inteligente, que a pesar de su erudición y egotismo nos proporcionaba buenos ratos en la televisión. Vagamente recordamos los Encuentros con las letras de la primera democracia y mucho más Negro sobre blanco, que junto con el programa de cine de Garci era lo mejor de la televisión pública del PP que los socialistas tuvieron a mal cargarse nada más ganar las elecciones para mear su territorio y enseñar los colmillos del mando. A Dragó le sustituyó temporalmente un zafio Javier Rioyo y a Garci nadie. Y eso que dicen que las izquierdas miman la cultura. El gobierno socialista nos entregó a cambio el caramelo de Miradas 2, un interesante programa cultural dirigido por la “cinematográfica” Giorgina Cisquella en horario de máxima audiencia en La 2, que ya es algo, pero que tras varias postergaciones horarias hacia las profundidades de la noche terminó diluyéndose.

A lo que íbamos. Dragó nos gustaba cuando hablaba de libros, porque sabía de lo que hablaba. Y Dragó nos gustaba presentando Diario de la Noche en Telemadrid en sustitución del defenestrado German Yanke, porque era libre y sin escrúpulos y sabía sintonizar, sin que se le atragantase, con la selección de noticias del editor-comisario político del PP. Pero Dragó no nos gusta cuando sólo habla de sí mismo, porque eso lo hace siempre y ya nos lo sabemos.

Que rompa en un programa de TV un aparato de televisión porque es basura (se lo reprochó en sus narices la “ex gran” Milá), que pretenda alagar a su audiencia presentando a un rebaño de ovejas y una burra como paradigma del público de otros programas, que nos enseñe a sus gatos, su mujer, su hija y hasta el culo y el de su señora, o incluso que muestre la ecografía de su próstata y lea el dictamen del urólogo, puede ser soportable sólo para ciertos espectadores militantes.

No creemos que la mayoría de televidentes de Telemadrid estén preparados para apreciar la demagogia intelectual ni las esencias exhibicionistas de Dragó. Y Dragolandia es sólo eso, Dragó hasta las entrañas. Ni los estómagos más endurecidos de la audiencia fiel podrán aguantar hora y media viendo a Dragó hablar de Dragó o a sus amigos hablar de sus amigos. Mucho nos tememos que la familia Dragó pronto deberá buscarse otro trabajo. Esperemos que esta vez no sea subvencionado.

domingo, 17 de mayo de 2009

Génova

Vacaciones en Italia

A veces uno tiene la sensación de que todas las películas tratan sobre los mismos cinco temas: el amor, la muerte, el dolor, el perdón y la culpa. La última cinta de Michael Winterbottom, el inglés que tocaba todos los palos, lo confirma.

Para tratar de superar la muerte de su mujer en accidente de tráfico, un padre se traslada con sus dos hijas a Génova, donde tiene una amiga en la universidad que le consigue trabajo. Mientras éstas esperan a que comience el colegio asisten a clases particulares de piano para seguir con las que recibían de su propia madre, que era profesora. La pequeña sigue aferrada al recuerdo, la mayor lo quiere enterrar con diversión y el padre no sabe qué hacer con el amor que llama a su puerta.

El polifacético director de Código 46, Tristram Shandy, Wonderland, 24 hours party people, etc. se ha puesto ahora triste y trascendental en una historia de muerte y superación con la que pasa de puntillas por todo lo importante que debería tener un drama como éste y con la que, sin embargo, consiguió el año pasado la Concha de Plata en San Sebastián al mejor director: algo insólito que hace pensar que las demás películas a concurso eran para hacer una hoguera en San Antón donde quemar de paso a los miembros del jurado.

Eso sí, la dirección, yo diría mejor la realización, como en la también premiada allí hace cinco años Nueve canciones y en casi todas sus películas, muy profesional, pero en este caso nada más. Da la sensación de que Winterbottom y todo su equipo querían pasarse unas vacaciones en el mar a costa de los productores, y lo han conseguido. Lo malo es que sólo han logrado eso. Eso y enseñarnos un poco las callejuelas de la ciudad italiana de Colón.

viernes, 15 de mayo de 2009

25 kilates

La bolsa y la vida

Estamos de suerte los espectadores del cine español, y desde luego no porque hayan nombrado ministra de Cultura a la coguionista de La buena estrella, sino porque todavía hay talentos patrios que logran poner en marcha un proyecto interesante para tapar la boca a quienes creen que la crisis de nuestro cine es internet y la falta de ingenio, piénsese en algunas declaraciones de González-Sinde y Marsé.

Patxi Amezcua, guionista navarro autor de El viaje de Arián, ha sabido ilusionar en su debut como director a productoras y televisiones catalanas y españolas con un guión excelente de tramas interesantes, personajes complejos y diálogos brillantes y ha rodado con un millón de euros una magnífica película de cine negro que, gracias a una cuidada realización, una música apropiada y unos actores excelentes -a pesar de la “caída” de Carmelo Gómez, o gracias a ello- la convierten en el descubrimiento de la temporada.

Retrata los bajos fondos de una gran ciudad contemporánea española, donde conviven peristas, ladrones de chalés, policías corruptos, extorsionadores y otras gentes que caminan por el lado oscuro de la vida sabiendo que la suerte y las oportunidades son para cogerlas al vuelo; aunque en esta ocasión haya demasiados pretendientes para una sola princesa.

A pesar de una excesiva e inesperada concentración de violencia al final del filme, para la que el guión no había preparado suficientemente a los espectadores, podemos afirmar con orgullo que 25 Kilates está a la altura de otras grandes películas españolas del género, algunas muy desconocidas, como La distancia, y otras menos, como La noche de los girasoles o La caja 507. Sólo falta que la distribución funcione y que los espectadores corran la voz. Suerte.

viernes, 8 de mayo de 2009

La noche de los girasoles

La pereza se nos empezaba a comer por el talón. Ponemos remedio a medias con este breve comentario que hice para la difunta revista La Clave en 2006 de una interesante película que emiten esta noche en La 2, La noche de los girasoles.

El peso de la culpa

Hace tiempo que no teníamos ocasión de ver en la agonizante cartelera agosteña una película que nos reconciliara con el cine español, demasiada basura recalentada. Ha tenido que ser un director novel, aunque experimentado en el cortometraje, Jorge Sánchez Cabezudo, quien nos sorprenda con un excelente “thriller” ambientado en la España profunda que enfrenta a personas normales con situaciones extremas en una brillante y desoladora trama de intriga, convertida en protagonista y conformada por la suma de las historias individuales de los personajes. En un pueblo en el que han descubierto una sima coinciden un viajante de comercio y unos espeleólogos que han acudido para verificar su importancia, la casualidad hace que los envuelva una tormenta de violencia que acaba con el encubrimiento ominoso de unos hechos terribles. Tras la calma, la vergüenza de saberse pérfido, débil y ambicioso, el remordimiento perenne del engaño y la culpa egoísta de haber ganado una partida que nunca debía haberse jugado. Inigualable interpretación, fabulosa fotografía, excelente música y justa dosificación del suspense.

viernes, 27 de marzo de 2009

Retorno a Hansala

Esperanza pasada por agua

Vuelve la directora de Poniente a tocar las pelotas a las personas de bien que ven en los “moros”, africanos y otros nómadas de hoy carne de presidio, navaja y mala fe que vienen a robarles el curro, la pasta y hasta las hijas. A darles una colleja a los que piensan que las playas sólo son para tomar el sol con factor de protección 20 o hacer castillos de arena, y que patera, ahogado y mafia son titulares de periódico y telediario que sólo les producen un leve malestar en el estómago mientras se tocan el bolsillo, acarician su perro o fríen un solomillo.

Chus Gutiérrez nos lleva de viaje en la caja de un muerto desde Algeciras hasta el germen de la odisea hacia un paraíso inexistente con el respeto del documental, la libertad de la ficción y el tino, prudencia y distancia suficientes para enseñarnos todas las máscaras de esta tragedia en la que no se pueden distinguir los buenos de los malos porque todos son víctimas del mismo agravio.

El dueño de una funeraria con problemas de solvencia tiene la idea de repatriar a los muertos de un naufragio de una patera hasta su lugar de origen para sacar unos euros. Una chica inmigrante de Hansala que acaba de perder a su hermano en ese accidente quiere llevar el cadáver hasta su pueblo. Juntos emprenden un viaje con el mismo objetivo y distintas motivaciones que cambiará sus puntos de vista y los nuestros.

Entre la agradable música de su hermano Tao, la espléndidas montañas del Atlas Marroquí, la más que correcta interpretación de Fara Hamed y la algo menos de José Luis García-Pérez, y la honestidad, generosidad y gallardía de los habitantes de Hansala la directora granadina nos va revolviendo las tripas sin que nos demos cuenta al desvelarnos la cara oculta de la inmigración, la otra parte de los titulares de prensa a los que nos hemos acostumbrado, y por tanto nuestra propia miseria moral por consentir un drama de lesa humanidad sin hacer nada para evitarlo.

Retorno a Hansala es un viaje de unas millas y muchos años por el camino de la valentía, la dignidad y la pobreza hacia el otro plato de la balanza de la injusticia social, hacia una realidad que sólo imaginamos mientras vemos desde el sofá las noticias de nuevos muertos en las playas de España.

FICHA TÉCNICA: Dirección: Chus Gutiérrez. Guión: Juan Carlos Rubio y Chus Gutiérrez. Producción: Carlos Santurio, Antonio Pérez y Chus Gutiérrez. Fotografía: Kiko de la Rica. Música: Tao Gutiérrez. Montaje: Fernando Pardo. FICHA ARTÍSTICA: José Luis García-Pérez (Martín), Farah Hamed (Leila), Antonio de la torre (Antonio), Adam Bounaga (Said), Antonio Dechent (Manolo), Cuca Escribano (Cármen), Sebastián Haro (Jesús), César Vera (Cirilo), Miguel Álcíbar (Pepe), Alba Fernández (Clara) et alii.

lunes, 16 de marzo de 2009

El lector

En la periferia emocional

Uno de los Oscar del que nadie dudaba era el de Kate Winslet por su papel protagonista en El lector, donde encarna a una enigmática mujer que en la posguerra alemana se convierte en amante de un joven estudiante, con quien intercambia sexo por lecturas hasta que desaparece sin rastro. El destino los volverá a juntar en dos ocasiones desgraciadas.

No debemos decir más de la historia, pues las revelaciones argumentales son tan importantes como la interpretación esencial de la británica, quien con gestos retraídos, miradas esquivas y tensión reprimida perfila de manera brillante 40 años de la vida de una mujer inocente, obediente y sincera que habitó tiempos atroces que no entendían de tibiezas.

Tras sus espléndidas películas anteriores (Billy Elliot o Las horas) Stephen Daldry se mantiene a la altura de las expectativas y nos ofrece un melodrama elegante sobre la responsabilidad, la vergüenza y la culpa, sobre la conciencia social y el desastre moral de una generación perdida por las guerras de otros.

El problema es que a pesar de la gran turbación de los personajes los espectadores nos quedamos en la periferia de las emociones analizando los hechos. David Hare, el gran guionista que demostró ser en Las horas, no ha sabido trasladar desde la novela original con la necesaria sutileza y precisión los complejos sentimientos de vergüenza, inmolación, remordimiento, perdón y esperanza que constituyen la médula del relato. Y ello a pesar del esfuerzo de los actores.

FICHA TÉCNICA Y ARTÍSTICA: Director: Stephen Daldry. Guión: David Hare, basado en la novela de Bernhard Schlink. Fotografía: Chris Menges, Roger Deakins. Música: Nico Muhly. Intérpretes: Kate Winslet (Hanna Schmitz), Ralph Fiennes (Michael Berg), David Kross (Michael Berg, joven), Lena Olin (madre de Rose e Illiana) y Bruno Ganz (Profesor Rohl), et alii.

lunes, 23 de febrero de 2009

Sobre los Oscar

La academia no perdona

Lo primero que me viene a la cabeza es si tengo que poner la “R” dentro de un circulito tras la palabra Oscar, como hacen las agencias de prensa y asimilados para respetar la marca registrada. Me pongo a temblar: ¿no se les ocurrirá a estos señores tan poderosos venir a por mí en injusta correspondencia, ahora que los corsarios del cine español declaran la guerra a muerte a la piratería en cada foro? Yo, un humilde ciudadano perplejo, me atrevo y me como la erre con la esperanza de que no se me atragante.

Lo segundo que pienso es que hay demasiada gente que cada año se chupa por la tele la gala de entrega de los Oscar, sea a la hora que sea, demasiado“frikie” -bonito anglicismo que tiene su referente cinematográfico en la gran película de Tod Browning, Freaks, titulada aquí La parada de los monstruos- ávido de glamour.

Lo tercero, y creo que lo último, es que suelen ser una tomadura de pelo que gracias a la labor desinteresada de la prensa de medio mundo se convierten en algo imprescindible para que la industria estadounidense siga quemando madera, ¡más madera!

Voy a echar unas cuantas piñas, algo de carbón y un haz de leña de carrasca a las calderas. Para que no se diga.

Lo que más me ha decepcionado en esta edición ha sido comprobar cómo los miembros de la Academia de Cine de Estados Unidos se han pasado por la entrepierna la actuación genial de Mickey Rourke en El luchador. Pocas oportunidades más tendrá este rebelde sin suerte, y su trabajo en esta película es verdaderamente sobresaliente. No olvidan sus desplantes. Me consuelo sabiendo que se han tenido que comer la actuación de un rojo interpretando a un maricón, Sean Pean a Harvey Milk.

Otra cosa bastante sorprendente, pero no menos esperada, es que el premio a la mejor película extranjera -una categoría bastante solvente por la buena labor de selección previa- para la japonesa Departures haya dejado in albis a la francesa La clase y a la Israelí Vals con Bashir. Lo de nuestros vecinos es comprensible si recordamos que Europa es competencia manifiesta en tiempos de crisis. Lo de la expiación animada sobre las matanzas de Sabra y Chatila en el líbano de los ochenta, firmada por el ex combatiente Ari Folman, tiene su explicación en que los judíos, perdón, los israelíes, no están últimamente para actos de contrición, y ya sabemos quién tiene la pasta en Hollywood.

También me resulta excesiva la retahíla de premios para Slumdog Millionaire, habría bastado merecidamente los de película, dirección y banda sonora original, y si se quiere también canción original, pero no entendemos el de guión adaptado ni el de montaje y menos el de fotografía. Pero ya se sabe, cuando una película les gusta a los académicos estadounidenses les gusta mucho. Muchísimo. Casi como a los nuestros, que entregan un racimo de Goyas a la película favorita de la temporada, olvidándose del resto, y se quedan tan anchos.

Me parece demasiado poco original el premio al mejor guión original para una película basada en hechos reales, casi un biopic, como es la de Mi nombre es Harvey Milk, y no es políticamente correcto cuestionar el del difunto y tierno vaquero de la montaña Brokeback, Heath Ledger, como mejor actor secundario por El caballero oscuro.

Para terminar me alegra mucho el premio a Kate Winslet como mejor actriz por El lector, porque es una gran actriz, aunque sea británica, y el de Penélope Cruz como secundaria por Vicky Cristina Barcelona, porque es un gran española, bueno, de Alcobendas, aunque diga que es actriz.

En fin. Ya se sabe, los Oscar con erre en circulito. ¡Más madera!

viernes, 20 de febrero de 2009

El luchador

La soledad del perdedor de fondo

Randy “el carnero” Robinson fue un héroe de la lucha libre americana en los años ochenta que se niega a abandonar el ring. Ahora se deja la piel envejecida y mutilada en cuadriláteros de barrio y periferia por cuatro duros y unos aplausos, arrastra su cuerpo doliente y periclitado por los gimnasios de hombres hinchados y sin futuro buscando hormonas que lo mantengan en pie, y reposa sus huesos y sus pesadillas en una caravana que no puede pagar. Sólo logra mantener su dignidad y una media sonrisa por el recuerdo de los focos y los vítores del público, y huye a toda costa de la dolorosa soledad que le persigue cada noche buscando el amparo de los abrazos mercenarios de una bailarina de barra americana.

Este personaje derrotado, triste y soñador, en el que todos podemos reconocernos si hemos caminado demasiado cerca del abismo en algún momento de nuestra vida, no sería el mismo sin la sobria, contenida y emocionante interpretación de Mickey Rourke, ese actor genial de carácter difícil y suerte esquiva, que desde la gloria de 9 semanas y media y El corazón del Ángel, descendió a los infiernos de Orquídea Salvaje y Dos duros sobre ruedas, paso su purgatorio cinematográfico a golpes de boxeo y vaselina, y resurgió purificado en el declive inevitable de su belleza y su carrera con Sin City y ahora con El Luchador.

La paradoja de este espléndido filme es que en ocasiones podemos pensar que estamos ante un documental, porque en el fondo las vidas de Randy Robinson y Mickey Rourke son las mismas, las de dos perdedores que lo tuvieron todo y se quedaron sin nada, las de dos niños grandes que sólo saben hacer una cosa: luchar o actuar. El primero se replantea la vida tras un infarto, el segundo asumió su fracaso entre las cuerdas de un ring. Dos historias paralelas, ficción y realidad, que convergen en esta intensa y conmovedora película.

El apoyo interpretativo de una excelente Marisa Tomei y una historia bien urdida, con el ritmo preciso y rodada con inteligencia y profesionalidad por el polifacético Darren Aronofsky (Réquiem por un sueño y La fuente de la vida) convierten a El Luchador en una de las excelencias de la temporada. Lo avalan las decenas de premios y nominaciones que ha recibido, sobre todo a la interpretación. Cuando se escribe esta crítica aún no se han entregado los Oscar, pero es nuestra apuesta segura en la catergoría de interpretación masculina. Cualquier otro resultado sólo confirmaría la decadencia de Hoolywood. ¡Suerte, maestro!

viernes, 6 de febrero de 2009

Herederos

¿Herederos abintestato?

El pasado martes se despedía de las pantallas de La 1 con un guiño a sus seguidores, Herederos, una de las series dramáticas autóctonas de mayor calidad que ha emitido la televisión pública en los últimos tiempos. Algunos dicen que para siempre, nosotros no nos lo creemos.

Los productores de Cuarzo TV, Ana Rosa Quintana, son tipos listos y en este capítulo final lanzaron un órdago, conscientes de que el reclamo de la lectura del testamento de Carmen Orozco, la finada protagonista, y la puntilla anunciada a este culebrón de ricos ganaderos de bravo que ha conseguido la fidelidad durante tres años de una audiencia razonable, era un pastel demasiado dulce para que los televidentes no se dejasen atrapar como las moscas del ripio, presas de “mandos” en él.

En total, 3.410.000 espectadores, el 18,2% del share, acudieron al velatorio de La 1. Como en los entierros de pueblo, los deudos a llorar, los enemigos a comprobar la muerte -recuérdese Charada- y los curiosos a olfatear; pero entre todos conformaron una multitud nada despreciable, teniendo en cuenta que en el capítulo anterior los testigos de la muerte de Carmen fueron 2.799.000.

Los guionistas cumplieron bien su encargo con varios “flash back” para explicar tramas antiguas y personajes y la trampa funcionó: tanto los devotos como los fisgones y los despistados que vieron La 1 han comenzado a esperar desde el martes que Concha “CarmenOrozco” Velasco, la muerta resucitada, vuelva pronto a amargar la vida de todos los que se crucen en su camino.

A pesar de los rumores de los actores principales y de los responsables de la cadena, tenemos el pálpito de que en septiembre volverá Herederos. Hay mucho dinero en juego y la parrilla televisiva no está para bromas. Y menos con el amargo recuerdo de Fuera de lugar. Cuarzo y La 1 no dejarán abintestato el botín del último día. Al tiempo.

domingo, 25 de enero de 2009

Bienvenidos al norte

Los godos y la sombra

Esta entretenida, emocionante y ágil comedia se ha convertido en la película más vista de Francia. Teniendo en cuenta lo "chauvinistas" que son nuestros vecinos, no nos resulta extraño que les guste tanto este filme que habla de ellos mismos.

Un funcionario de correos del sur de Francia, cuya mujer, deprimida, anhelaba vivir en la cálida y luminosa costa azul, tiene que sostener la mentira de lo mal que se vive en el pueblo del norte al que ha sido trasladado después de ser sorprendido en un intento de fraude para conseguir el destino soñado. Aparte de tener un acento un poco raro, la gente es afable, acogedora y simpática, no llueve demasiado y se vive bastante bien, pero no resulta conveniente decir la verdad, ahora que su esposa se muestra comprensiva con su “desgracia” y el matrimonio comienza a funcionar.

Dany Boon, el director, guionista y coprotagonista (el cartero de Bergues) de esta simpática comedia, con trama simple y bien urdida, correctamente interpretada, pero de la que nos tememos que en el doblaje pierda parte de la gracia de los giros dialectales en los que se basan bastantes situaciones divertidas, es un hombre de teatro que ha sabido contar con humor en su segunda película la mala fama que tiene la región de Nord-Pas de Calais entre los franceses; de hecho es el destino menos querido por los funcionarios, como le pasa a Teruel, Soria y otras ciudades españolas que casi no existen, aunque luego la cosa no sea para tanto.

Bienvenidos al norte es una película para todos los públicos, ante la que reirán de igual manera los menos exigentes y los cinéfilos incorregibles. Lástima que aquí ya no seamos capaces de hacer comedias inteligentes en las que podamos burlarnos de nosotros mismos sin tener que conformarnos con el humor chusco de Torrente y sus secuaces y sus secuelas.

martes, 20 de enero de 2009

La clase

Instrucción y destrucción.

Daniel Cantet es un director al que podríamos considerar de cine social, un concepto ambiguo y desprestigiado pero necesario más que nunca. Lo descubrimos en Recursos Humanos, una historia perversa sobre la conflictividad laboral, le siguieron El empleo del tiempo y Hacia el sur, en las que se acercaba de manera original al paro y al turismo sexual, respectivamente, y ahora vuelve a sorprendernos gratamente con La Clase en un retrato del sistema educativo francés.

Cantet mezcla con tino la narración y el análisis en esta película imprescindible que nos cuenta con el respeto del monje, la prudencia del sabio y la verdad del torero bueno cómo es la sociedad francesa de hoy a través de las miradas cruzadas de un profesor de literatura y sus alumnos en un instituto de los suburbios de París.

Interpretada de manera brillante por los propios protagonistas, los alumnos y los profesores, y por el propio autor de la novela en la que está basada, el escritor y profesor de secundaria François Begaudeau, La clase discurre por la delgada línea que separa la realidad de la ficción, tanto en la forma como en el fondo, por lo que resulta muy fácil confundirla con un documental a pesar del trabajo de planificación que se intuye detrás.

El director ha sorteado con maestría varias dificultades que planteaba la película consiguiendo que alumnos de 15 años en sus ratos libres actuasen con espontaneidad delante de tres cámaras, rodando sobre la base de un guión vivo en el que apenas se esbozan las tramas y montando los planos precisos de esta historia coral sobre la juventud parisina suburbial, germen de la Francia de mañana.

La clase está más cerca en intenciones y metas a la punzante Hoy empieza todo, de Bertrand Tavernier, que a la bellísima Ser y tener, de Nicolas Philibert. Un jurado presidido por Sean Penn le otorgó el pasado año la Palma de Oro en Cannes.

FICHA TÉCNICA. Director: Laurent Cantet. Guión: Laurent Cantet, François Bégaudeau y Robin Campillo; Basada en la novela Entre les murs, de François Bégaudeau. Producción: Carole Scotta, Caroline Benjo, Barbara Letellier y Simon Arnal. Fotografía: Pierre Milon, Catherine Pujol y Georgi Lazarevski. Sonido: Olivier Mauvezin, Agnès Ravez y Jean-Pierre Laforce. Montaje: Robin Campillo y Stéphanie Léger.

jueves, 15 de enero de 2009

Resistencia

Calibrado plomo judío

No se sabe si por alguna maléfica intención de los productores –finiquitado Iraq, hay que prepararse para desvelar el siguiente enemigo- o por una especie de conciencia colectiva de los guionistas –son tiempos sombríos que no invitan a mirar hacia delante- a veces concurren en la cartelera varias producciones de tema similar. En el final del pasado año y el comienzo de éste abundan filmes relativos a la II Guerra Mundial y el holocausto judío: El niño del pijama de rayas, Walkiria, El lector… y Resistencia, la que nos ocupa.

Resistencia está basada en la historia verdadera de tres hermanos judíos que durante la ocupación de la URSS por los alemanes durante la II Guerra Mundial se refugiaron en los tupidos bosques de Bielorrusia, donde formaron un grupo organizado de 1.200 judíos que aguantó hasta el final de la guerra.

En el bosque de Nalivoki estos hermanos crearon un campamento fantasma bajo la tierra desde el que hacían incursiones a los pueblos de alrededor para surtirse de víveres, matar nazis y hasta liberar a decenas de judíos del gueto de Novogrudok. Vamos, que ese bosque era como el de Sherwood de Robin Hood en el siglo XIV o los de las sierras españolas de los maquis en nuestra posguerra civil.

La película, basada en un libro de una profesora de la Universidad de Conecticut especializada en el holocausto judío, da a entender que lo especial de este grupo de resistencia, pues hubo muchos durante ese conflicto, es que estaba formado exclusivamente por judíos y que esa era su característica esencial y definitoria, que le llevó a mantener por encima de cualquier dificultad las costumbres y leyes judías.

Es aquí precisamente donde radica el problema fundamental de Resistencia, pues al centrarse demasiado en lo colectivo se deja de lado la parte individual, los conflictos personales, que son los que hacen interesante cualquier película. Aparte de cierta rivalidad entre los hermanos y alguna discrepancia por la concepción de la lucha, los guionistas han preferido destacar la metáfora del éxodo del pueblo judío en constantes alusiones alegóricas sobre la tierra prometida, la tora y la venganza por encima de cualquier otra circunstancia, pasando de puntillas sobre la condición humana de estos judíos y rechazando por consiguiente la riqueza dramática de sus relaciones.

Las virtudes de la película hay que buscarlas en una puesta en escena y una realización correctas, no en vano el director, coguionista y productor es Edward Zwick, un tipo que maneja dinero en Hollywood (Leyendas de Pasión, El último Samurai, Diamante de sangre…), y en la interpretación de los actores protagonistas, encabezados por Daniel Craig -recordado por La madre y Camino a la perdición, aparte de por varias superproducciones, como las últimas de 007-, a quien acompañan Liev Schreiber (Huracán Carter y El amor en los tiempos del cólera) y Jamie Bell (Billy Elliot).

En otro orden de cosas, o en el mismo, cuando se escribe esta crítica son ya más de mil, entre ellos casi 300 niños, los muertos de la denominada por las autoridades israelíes “Operación plomo sólido”, que llevan a cabo contra los palestinos -dicen que sólo miembros del partido radical pero democráticamente elegido Hamás- de la franja ocupada de Gaza, un territorio que, salvando las distancias temporales y algunas pocas más, se ha convertido en un gueto similar al citado de Novogrudok, al de Varsovia o a cualquier otro perpetrado por los nazis contra los judíos. Escuchar los lamentos de los nietos de estos judíos en forma de película después de más de medio siglo, aunque sea cinematográficamente aceptable, a veces resulta tan plomizo como el nombre de esta masacre contemporánea.

FICHA TÉCNICA: Dirección. Edward Zwick. Guión: Clayton Frohman y Edward Zwick. Producción: Pieter Jan Brugge, Roland Tec y Edward Zwick. Fotografía: Eduardo Serra. Música: James Newton Howrd. FICHA ARTÍSTICA: Daniel Craig (Tuvia Bielski), Liev Schreiber (Zus Bielski), Jaimie Bell (Asael Bielski), Alexa Davalos (Lilka), Allan Cordumer (Shimon), Mark Feurstein (Isaac) et alii.