viernes, 20 de febrero de 2009

El luchador

La soledad del perdedor de fondo

Randy “el carnero” Robinson fue un héroe de la lucha libre americana en los años ochenta que se niega a abandonar el ring. Ahora se deja la piel envejecida y mutilada en cuadriláteros de barrio y periferia por cuatro duros y unos aplausos, arrastra su cuerpo doliente y periclitado por los gimnasios de hombres hinchados y sin futuro buscando hormonas que lo mantengan en pie, y reposa sus huesos y sus pesadillas en una caravana que no puede pagar. Sólo logra mantener su dignidad y una media sonrisa por el recuerdo de los focos y los vítores del público, y huye a toda costa de la dolorosa soledad que le persigue cada noche buscando el amparo de los abrazos mercenarios de una bailarina de barra americana.

Este personaje derrotado, triste y soñador, en el que todos podemos reconocernos si hemos caminado demasiado cerca del abismo en algún momento de nuestra vida, no sería el mismo sin la sobria, contenida y emocionante interpretación de Mickey Rourke, ese actor genial de carácter difícil y suerte esquiva, que desde la gloria de 9 semanas y media y El corazón del Ángel, descendió a los infiernos de Orquídea Salvaje y Dos duros sobre ruedas, paso su purgatorio cinematográfico a golpes de boxeo y vaselina, y resurgió purificado en el declive inevitable de su belleza y su carrera con Sin City y ahora con El Luchador.

La paradoja de este espléndido filme es que en ocasiones podemos pensar que estamos ante un documental, porque en el fondo las vidas de Randy Robinson y Mickey Rourke son las mismas, las de dos perdedores que lo tuvieron todo y se quedaron sin nada, las de dos niños grandes que sólo saben hacer una cosa: luchar o actuar. El primero se replantea la vida tras un infarto, el segundo asumió su fracaso entre las cuerdas de un ring. Dos historias paralelas, ficción y realidad, que convergen en esta intensa y conmovedora película.

El apoyo interpretativo de una excelente Marisa Tomei y una historia bien urdida, con el ritmo preciso y rodada con inteligencia y profesionalidad por el polifacético Darren Aronofsky (Réquiem por un sueño y La fuente de la vida) convierten a El Luchador en una de las excelencias de la temporada. Lo avalan las decenas de premios y nominaciones que ha recibido, sobre todo a la interpretación. Cuando se escribe esta crítica aún no se han entregado los Oscar, pero es nuestra apuesta segura en la catergoría de interpretación masculina. Cualquier otro resultado sólo confirmaría la decadencia de Hoolywood. ¡Suerte, maestro!

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