martes, 22 de septiembre de 2009

Dragolandia

Exhibicionismo para devotos

Si alguien nos dice que el primer programa de un “late night”, o revista de noche, cuenta con la intervención de un catedrático de economía, una rutilante estrella mediática, un reputado dramaturgo, un escritor polivalente y una famosa periodista; que incluye actuaciones musicales en directo; que incorpora música de piano en el plató para las transiciones; y que es presentado por un conocido y polémico escritor, lo más probable es que pensemos que tendrá éxito.

Si después nos enteramos de que la pianista y la entrevistadora son la mujer y la hija del presentador, respectivamente, puede que todavía sigamos pensando que a pesar de todo puede tener éxito.

Si finalmente sabemos que el catedrático es Rodriguez Braun, la estrella mediática Jiménez Losantos, el dramaturgo Fernando Arrabal, el escritor Alejandro Jodoroswky y la periodista Mercedes Milá, seguro que estamos a punto de adivinar que el presentador se llama Fernando Sánchez Dragó, que los invitados son sus amigos y que el programa será probablemente un fracaso subvencionado.

Nosotros, que sabemos distinguir el grano de la paja, le tenemos por personaje singular e inteligente, que a pesar de su erudición y egotismo nos proporcionaba buenos ratos en la televisión. Vagamente recordamos los Encuentros con las letras de la primera democracia y mucho más Negro sobre blanco, que junto con el programa de cine de Garci era lo mejor de la televisión pública del PP que los socialistas tuvieron a mal cargarse nada más ganar las elecciones para mear su territorio y enseñar los colmillos del mando. A Dragó le sustituyó temporalmente un zafio Javier Rioyo y a Garci nadie. Y eso que dicen que las izquierdas miman la cultura. El gobierno socialista nos entregó a cambio el caramelo de Miradas 2, un interesante programa cultural dirigido por la “cinematográfica” Giorgina Cisquella en horario de máxima audiencia en La 2, que ya es algo, pero que tras varias postergaciones horarias hacia las profundidades de la noche terminó diluyéndose.

A lo que íbamos. Dragó nos gustaba cuando hablaba de libros, porque sabía de lo que hablaba. Y Dragó nos gustaba presentando Diario de la Noche en Telemadrid en sustitución del defenestrado German Yanke, porque era libre y sin escrúpulos y sabía sintonizar, sin que se le atragantase, con la selección de noticias del editor-comisario político del PP. Pero Dragó no nos gusta cuando sólo habla de sí mismo, porque eso lo hace siempre y ya nos lo sabemos.

Que rompa en un programa de TV un aparato de televisión porque es basura (se lo reprochó en sus narices la “ex gran” Milá), que pretenda alagar a su audiencia presentando a un rebaño de ovejas y una burra como paradigma del público de otros programas, que nos enseñe a sus gatos, su mujer, su hija y hasta el culo y el de su señora, o incluso que muestre la ecografía de su próstata y lea el dictamen del urólogo, puede ser soportable sólo para ciertos espectadores militantes.

No creemos que la mayoría de televidentes de Telemadrid estén preparados para apreciar la demagogia intelectual ni las esencias exhibicionistas de Dragó. Y Dragolandia es sólo eso, Dragó hasta las entrañas. Ni los estómagos más endurecidos de la audiencia fiel podrán aguantar hora y media viendo a Dragó hablar de Dragó o a sus amigos hablar de sus amigos. Mucho nos tememos que la familia Dragó pronto deberá buscarse otro trabajo. Esperemos que esta vez no sea subvencionado.

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