lunes, 5 de mayo de 2008

Las alas de la vida

Sobre mi muerte, con cariño

Hace unas semanas Versión Española tenía el acierto de emitir el documental Las alas de la vida, un impresionante testimonio de los últimos meses de un hombre entrañable y vitalista condenado a una muerte próxima e inevitable por una enfermedad degenerativa. Se rodó hace dos años. La semana pasada murió su protagonista, Carlos Cristos.

Quizá la vida de este hombre no ha sido una vida corriente: su pasión por todo lo que hacía, su familia maravillosa, su trabajo interesante, su agnosticismo sereno, sus amigos numerosos… son sólidas bases sobre las que descansar en paz con la conciencia muy serena, y lamentablemente no todos los enfermos terminales se encuentran en la misma tesitura ni amparados por esa intensa y extensa red social.

Aparte de esta objeción casi metafísica y de concepto, el documental destila sobriedad, sosiego y verdad, cualidades muy difíciles de encontrar en una película sobre la enfermedad y la muerte, en las que lo más fácil es tirar por la calle de en medio con música sensible, situaciones lacrimógenas y dulcificaciones más o menos intencionadas de la verdadera condición de los personajes.

En esta cinta varias fuerzas complementarias han convergido para ofrecernos un relato sereno y fidedigno de amor a la vida y una lección de dignidad ante la muerte, que no es más que la otra cara de la vida.

Una es el protagonista, Carlos Cristos, un hombre “cinematogénico”, capaz de llenar de emoción la pantalla con una sonrisa o una mirada y de transmitir a todos su pasión por el mundo. Otra son los guionistas, un grupo heterogéneo de escritores que han sabido seleccionar aquellas situaciones que mejor podrían facilitar el conocimiento completo de este hombre heroico y enfermo.

Y la tercera es la sabiduría del realizador y director para alternar con acierto la grabación templada de determinadas situaciones con la evitación de otras y dejar que la cámara pierda su presencia ante la total confianza del protagonista y su entorno.

Puede resultar difícil de entender, pero esta película sobre la enfermedad mortal provoca una catarsis en los espectadores o televidentes, quienes al salir del cine o apagar el mando entienden la muerte como algo normal en un proceso de enfermedad y tienen más ganas de sonreír, de amar y de vivir.

Las alas de la vida es el otro polo de Mar adentro respecto a los cuidados paliativos de un enfermo terminal, sin el artificio ni la trampa de aquella y con un protagonista aferrado a la vida como a un clavo ardiendo. Entre otros muchos premios ha ganado el del mejor documental en la pasada edición de la Seminci de Valladolid.

Parece ser que el Ministerio de Sanidad ha adquirido los derechos de la película para divulgarla entre los profesionales de la medicina y el público en general. Un acierto de Bernat Soria, quien aparece brevemente en la cinta conversando con Carlos Cristos, médico generalista, padre, esposo, hijo, amigo, periodista, músico, deportista, inventor…

Si mis convicciones religiosas no hubiesen huido hace tanto tiempo espantadas por Wojtyla y Rouco, diría que Carlos Cristos es la verdadera encarnación de Cristo en la tierra y que el amor de este hombre al mundo era el amor que predicó Él.

Descanse en Paz y vean la película en su honor y por su bien.

Enlace a la página web de la productora con las próximas fechas de proyección

Enlace a la necrológica de El Mundo sobre la muerte de Carlos Cristos.


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