martes, 18 de noviembre de 2008

El otro

Una pausa en el camino

Si en España no tuviéramos a Jaime Rosales y no hubiésemos visto su interesante debut en las pantallas, Las horas del día, -la mayoría del público lo ha empezado a conocer con la premiada La soledad- nos dejaríamos sorprender por la estética sobria y esquemática, que ha debido de beber en las fuentes de Kaurismaki y Godard, de este argentino peculiar que nos presenta en El Otro una historia de posibilidad, de escapada y sueño, a los que recurre un hombre, mediada la cuarentena y que ha de cuidar de su padre enfermo, al enterarse de su próxima paternidad.

Esta coproducción argentina, alemana y francesa ha resultado premiada en bastantes festivales, pero el primer impulso se lo dio el jurado del Festival de Berlín del año pasado, presidido por Paul Schrader, al otorgarle el Premio Especial del Jurado y el Oso de Plata a la brillante actuación de Julio Chávez, un actor con cara de bueno que ha sabido soportar sobre sus muecas y gestos el peso interpretativo de esta original película, narrada con muchos primeros planos, sin música y a un ritmo inusualmente lento en las pantallas cinematográficas actuales, con las excepciones del citado Rosales o de la compatriota del director Lucrecia Martel.

Cosas de la distribución, llega ahora a España.

FICHA TÉCNICA: Dirección y Guión: Ariel Rotter. Producción: Ariel Rotter, Verónica Cura y Christian Baute. Director de fotografía: Marcelo Lavintman. Dirección de Arte: Ailí Chen. Sonido: Martín Litmanovich. Montaje: Eliane Katz. FICHA ARTÍSTICA: Julio Chávez (Juan Desouza), Osvaldo Bonet (Padre), María Oneto (Recepcionista del hotel), Inés Molina (Esposa), María Ucedo (Mujer de Entre Ríos), Arturo Goetz (administrativo de Entre Ríos)

domingo, 9 de noviembre de 2008

Cenizas del cielo

David contra goliat

Siguiendo la mirada de un periodista escocés que hace guías de viaje, al que se le estropea su autocaravana en medio de las montañas asturianas y ha de esperar a que le traigan una pieza de Sabadell, los guionistas de Cenizas del cielo -se nota que entre ellos está el gran Ignacio del Moral- nos adentran en la vida del ubérrimo valle del Negrón, en realidad, el municipio de Ribera de Arriba, paradigma de tantos otros lugares, incluido alguno de Teruel, que se han convertido en páramos tras la instalación de centrales térmicas en las proximidades.

Allí los lugareños hace muchas generaciones que conviven con las vacas, los pastos, la sidra y la lluvia, pero desde hace unas décadas también con la central térmica, una mole inmensa de hormigón que cada cierto tiempo ruge como un ogro y vomita toneladas de dióxido de carbono que luego caen como un velo venenoso -lluvia ácida se llama- sobre los almendros, los castaños, los cerezos y las gentes; sobre la fertilidad del valle y de sus habitantes.

Federico es uno de ellos. El último idealista. Un quijote de manos recias y corazón grande que lleva luchado toda su vida contra gigantes, contra los “molinos de humo” que han sembrado de muerte las horas del valle y contra la lentitud de una administración que sólo entiende de vatios y puestos de trabajo, aunque sean precarios: pan para hoy y hambre para mañana.

La visita casual del periodista, testigo inoportuno de esta lucha desigual, es una luz en la niebla de los años de batallas perdidas contra la empresa y el poder político, y la amistad que surge entre Pol y Federico será el ariete de la última embestida contra la sinrazón, del que Kioto y la Unión Europea serán la avanzadilla.

Mientras tanto los otros habitantes del valle continúan con sus vidas, sus anhelos, sus amores, sus sueños, su porvenir, todos mediatizados por la central, verdadero protagonista de esta historia reivindicativa, en la que el director introduce en un diálogo un guiño a una anterior película suya de igual talante, Pídele cuentas al rey.

El acierto de Cenizas del cielo ha sido elegir un tono de comedia coral. Gracias al humor, con situaciones divertidas y diálogos mordaces, nos vamos acercando a los problemas de estas gentes hasta hacerlos nuestros. El director ha huido expresamente de dogmatismos e informaciones técnicas y ha preferido dejar que sean las personas quienes nos cuenten, al enseñarnos sus vidas, las consecuencias de la contaminación.

Probablemente esta película no habría sido igual sin las brillantes interpretaciones de ese secundario de lujo que es Celso Bugallo y del elenco de actores que le acompaña. Entre los peros, quizá la resolución un poco precipitada del guión y el excesivo recurso a la música -estupenda, por otro lado- para resaltar las emociones.

Un dato para terminar: las 22 centrales térmicas de carbón de nuestro país proveen un 23% de la electricidad y son las responsables del 64% de las emisiones de CO2 del sector, según un informe de Green Peace que se puede consultar en esta dirección de internet (http://www.greenpeace.org/raw/content/espana/reports/el-carb-n-en-espa-a-un-futuro.pdf).

FICHA TÉCNICA Dirección: José Antonio Quirós. Guión: Dionisio Pérez y José Antonio Quirós, con la colaboración de Ignacio del Moral. Producción: Loris Omedes. FICHA ARTÍSTICA: Celso Bugallo (Federico), Gary Piquer (Pol Ferguson), Clara Segura (Cristina), Fran Sariego (Mario), Beatriz Rico (Tati), Txema Blasco (Manolo), Raquel Evia (Marisol), Eduardo Antuña (Raúl), Nicolás Fdez. Luna (Alfredo), Carlos Kaniowsky (Lalín) et alii.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Transsiberian

Pasaje al infierno

A veces sucede que uno va a ver una película sobre la que no tiene demasiadas expectativas y se lleva una agradable sorpresa. Quizá influido por el rechazo inconsciente de un título sin traducir, como tantos otros subproductos estadounidenses, Transsiberian no parecía nada del otro mundo. La presencia de Noriega tampoco ayudaba demasiado.

Sin embargo, esta película es un estupendo thiller, lleno de ritmo narrativo, con un tono ágil y bien definido, brillantemente interpretado y estupendamente dirigido por Brad Anderson, al que recordamos por la inquietante El maquinista, protagonizada por el no menos inquietante Christian Bale, el hombre murciélago.

Una joven pareja estadounidense, en la que él es un ferviente religioso y ella esconde un tormentoso pasado, hacen un viaje en el transiberiano desde Pekín, donde han trabajado de voluntarios, hasta Moscú. En él conocen a una pareja de mochileros formada por un osado español y una enigmática estadounidense que les cuentan la leyenda de que el transiberiano es utilizado por las mafias de la droga para mover mercancía.

Este viaje de aventuras, en el que todos los actores tienen una actuación memorable, incluido Noriega, se va a convertir en un viaje hacia el infierno, en un viaje en el que la verdad y la mentira van a librar una batalla a muerte y a cuyo fin todos van a perder algo para siempre.

Una realización portentosa, en la que los planos cortos con cámara en mano y la luz tenue de los vagones se alterna con los paisajes abiertos de la tundra y la intensa luz de las llanuras nevadas, nos irá introduciendo de la mano de un guión excelente en una historia de conflictos personales, tráfico de drogas, mafias y corrupción policial, que nos irá provocando una inquietud y una claustrofobia progresivas y en la que la intensidad de la trama irá cogiendo velocidad a lo largo del metraje, como la máquina del transiberiano por las vías hacia su incierto destino.

FICHA TÉCNICA Dirección: Brad Anderson. Guión: Brad Anderson y Will Conroy. Producción: Julio Fernández. Fotografía: Xavi Giménez. Montaje: Jaume Martí. Música: Alfonso de Vilallonga. Diseño de producción: Alain Bainée. Vestuario: Thomas Oláh. FICHA ARTÍSTICA Woody Harrelson (Roy), Emily Mortimer (Jessie), Kate Mara (Abby), Eduardo Noriega (Carlos), Thomas Kretschmann (Myassa), Ben Kingsley (Grinko) et alii.