domingo, 9 de noviembre de 2008

Cenizas del cielo

David contra goliat

Siguiendo la mirada de un periodista escocés que hace guías de viaje, al que se le estropea su autocaravana en medio de las montañas asturianas y ha de esperar a que le traigan una pieza de Sabadell, los guionistas de Cenizas del cielo -se nota que entre ellos está el gran Ignacio del Moral- nos adentran en la vida del ubérrimo valle del Negrón, en realidad, el municipio de Ribera de Arriba, paradigma de tantos otros lugares, incluido alguno de Teruel, que se han convertido en páramos tras la instalación de centrales térmicas en las proximidades.

Allí los lugareños hace muchas generaciones que conviven con las vacas, los pastos, la sidra y la lluvia, pero desde hace unas décadas también con la central térmica, una mole inmensa de hormigón que cada cierto tiempo ruge como un ogro y vomita toneladas de dióxido de carbono que luego caen como un velo venenoso -lluvia ácida se llama- sobre los almendros, los castaños, los cerezos y las gentes; sobre la fertilidad del valle y de sus habitantes.

Federico es uno de ellos. El último idealista. Un quijote de manos recias y corazón grande que lleva luchado toda su vida contra gigantes, contra los “molinos de humo” que han sembrado de muerte las horas del valle y contra la lentitud de una administración que sólo entiende de vatios y puestos de trabajo, aunque sean precarios: pan para hoy y hambre para mañana.

La visita casual del periodista, testigo inoportuno de esta lucha desigual, es una luz en la niebla de los años de batallas perdidas contra la empresa y el poder político, y la amistad que surge entre Pol y Federico será el ariete de la última embestida contra la sinrazón, del que Kioto y la Unión Europea serán la avanzadilla.

Mientras tanto los otros habitantes del valle continúan con sus vidas, sus anhelos, sus amores, sus sueños, su porvenir, todos mediatizados por la central, verdadero protagonista de esta historia reivindicativa, en la que el director introduce en un diálogo un guiño a una anterior película suya de igual talante, Pídele cuentas al rey.

El acierto de Cenizas del cielo ha sido elegir un tono de comedia coral. Gracias al humor, con situaciones divertidas y diálogos mordaces, nos vamos acercando a los problemas de estas gentes hasta hacerlos nuestros. El director ha huido expresamente de dogmatismos e informaciones técnicas y ha preferido dejar que sean las personas quienes nos cuenten, al enseñarnos sus vidas, las consecuencias de la contaminación.

Probablemente esta película no habría sido igual sin las brillantes interpretaciones de ese secundario de lujo que es Celso Bugallo y del elenco de actores que le acompaña. Entre los peros, quizá la resolución un poco precipitada del guión y el excesivo recurso a la música -estupenda, por otro lado- para resaltar las emociones.

Un dato para terminar: las 22 centrales térmicas de carbón de nuestro país proveen un 23% de la electricidad y son las responsables del 64% de las emisiones de CO2 del sector, según un informe de Green Peace que se puede consultar en esta dirección de internet (http://www.greenpeace.org/raw/content/espana/reports/el-carb-n-en-espa-a-un-futuro.pdf).

FICHA TÉCNICA Dirección: José Antonio Quirós. Guión: Dionisio Pérez y José Antonio Quirós, con la colaboración de Ignacio del Moral. Producción: Loris Omedes. FICHA ARTÍSTICA: Celso Bugallo (Federico), Gary Piquer (Pol Ferguson), Clara Segura (Cristina), Fran Sariego (Mario), Beatriz Rico (Tati), Txema Blasco (Manolo), Raquel Evia (Marisol), Eduardo Antuña (Raúl), Nicolás Fdez. Luna (Alfredo), Carlos Kaniowsky (Lalín) et alii.

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